En mi pueblo, como en tantos otros, no será posible ver una mujer como alcaldesa; así que tendremos que esperar, al menos, otros cuatro años más. Y es que la posibilidad es tan remota que resulta difícil que una mujer se haga con el poder, ni aún haciendo arte de magia. No existe ninguna cabeza de lista entre los cuatro (o cinco, si finalmente se presenta Ciutadans) partidos políticos que concurren a las elecciones municipales de mayo de 2007. Lo pero de todo, es que la situación política de mi localidad es reproducible a muchas tantas otras.
Seguramente, todas las listas electorales acaben cumpliendo la esperada y deseada Ley de Igualdad impulsada por el Gobierno de Zapatero, pero a mí me sigue pareciendo que hay algo que todavía no hemos acabado de eliminar: la discriminación que existe en este país respecto la mujer y su ascenso a las primeras líneas de la política, más allá de las cuotas de poder. De esta manera, la Ley impulsará la igualdad municipal en cifras, pero no conseguirá llenar España de alcaldesas. Porque, precisamente, en las cabezas de listas, es donde la desigualdad se hace más evidente. En los últimos años, la proporción de alcaldesas de capital de provincia ha aumentado de un ridículo 2% a otro un poco más esperanzador 12%.
Y es que la mayoría de las las esferas que comportan ejercicio directo del poder muestran fuertes resistencias a la entrada de mujeres, no tanto porque se proclame que no son aptas para desempeñar el poder, sino porque en estas esferas la lucha por conseguir un puesto es ya tan exacerbada entre los hombres, que sólo acceden a renunciar a pequeños espacios si se produce una fuerte presión colectiva de las mujeres, en el mejor de los casos (Subirats y Uriarte).
1 comentario:
¿Y para qué demonios debería un ciudadano desear tener una alcaldesa? Lo que la gente desea es tener mandatarios eficaces y honrados, independientemente de su sexo.
La aparición de una corriente mediaticamente relevante de opinión feminista defendiendo el voto a alcaldesas por el mero hecho de ser mujer, causaría inmediatamente:
a) La aparición (oculta, claro) de voto machista para compensar.
b) La minusvaloración de la alcaldesa en cuestión, en caso de ganar (el conocido fenómeno ministras de cuota)
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